Hay un enorme déficit de verdad y ha entrado en crisis por la situación de la forma de vida de los seres humanos al cual estamos sometidos todos en este mundo globalizado.
Hablo de un valor esencial para la vida social que es el mayor respeto a la verdad y por lo tanto a la persona y a sus acciones, que nace en la familia.
Pero que podemos decir si apenas sabemos nada de la Verdad y lo que es peor… ni siquiera somos capaces de conocernos a nosotros mismos.
El ser humano se pasa toda su vida investigando, examinando, escudriñando, inspeccionando… todo cuanto le rodea, sin embargo, apenas conoce nada de sí mismo.
Las principales preguntas que no han obtenido respuesta y que "atormentan" al hombre, suelen ser de tipo existencial: ¿quién soy… de dónde vengo… a dónde voy…? Que la filosofía trata de explicar.
Posiblemente si conociéramos con exactitud estas respuestas, la vida nos resultaría mucho más fácil: entenderíamos el porqué de las cosas. Pero lo cierto, es que apenas sabemos nada de la verdad y mucho menos de nosotros mismos. Aquí encaja perfectamente la máxima atribuida a Jesús que dice: "La Verdad os hará libres".
Es por ello que el ser humano vive recluido en un mundo de oscuridad, donde la luz de la Verdad, brilla por su ausencia. Pero… ¿qué es verdad y qué no lo es?, ¿cómo saber si lo que conocemos es verdad y no una ilusión, un espejismo, o simplemente una manipulación?
El razonamiento científico del ser humano sabe diferenciar perfectamente un cuento o historia, de una evidencia contrastable.
Es por ello que el ser humano, en realidad, a penas sabe nada de sí mismo. Y mucho menos de la posible existencia de un Dios creador tal como nos refieren los textos sagrados.
Hay dos maneras en las que podemos pensar en crear nuestros días. Una es la orientación interna- ajustamos nuestros filtros de percepción y comportamiento para actuar de modo que nuestros días parezcan mejores, pero desde un punto de vista objetivo, nada ha cambiado en realidad. Cambiemos….la esperanza es la que no se pierde.