Existen múltiples razones para
justificar porque afirmamos que los niños en general tienen la necesidad de una
estimulación temprana en diferentes partes de su cuerpo, en los primeros meses de vida, cuando
el niño se desarrolla y aprende más velozmente y el cerebro, producto de esta
plasticidad neuronal, reconoce y se adapta más fácilmente a determinadas
conductas ya sean normales o no.
De esto se deduce que es en esta etapa donde
tenemos que proveerle al niño patrones normales de movimiento con el
objetivo de que el cerebro, aun inmaduro, los capte con mayor facilidad y de
esta forma también evitamos que se formen patrones motrices anormales que en el
futuro solo entorpecen su desarrollo.
Como segunda razón podemos mencionar
la importancia que tienen las experiencias sensoriomotrices para el desarrollo
cognitivo en general.
En este periodo le proporcionamos al
niño la debida información perceptual que le permita captar los estímulos y
utilizarlos funcionalmente en dependencia de sus necesidades.
Otro motivo fundamental que suma
importancia a la estimulación precoz, en el recién nacido para mejorar sus movimientos
posturales normales tales como la posición de la cabeza en el espacio (cara
vertical, boca horizontal) así como la alineación de la cabeza con el tronco y
del tronco con las extremidades.