Comenzaré
diciendo que, en nuestra actual cultura, cada día está resultando más y más
difícil educar, y es que hay que tener
valor para dedicarse a la Educación.
Sobre todo cuando este acto se da en barrios considerados marginales, al valor
le agregamos competencias para enseñar.
Mientras
que la vida en la sociedad es violenta,
insolidaria, injusta, falsa...A los educadores se nos pide que preparemos para
el pacifismo, solidaridad, tolerancia, justicia, autenticidad... Pero eso no es
la realidad del educando, el contraste con lo que él vive y lo que queremos que
el viva en un mundo creado por las escuelas, por eso que no se inserta con los
referentes de las escuelas sino toma de modelo su entorno, su sociedad,
aparentemente estamos formando perderos en un mundo de lobos.
En primer lugar, había consenso entre lo que
se consideraba bueno y malo y - lo que es más importante, la búsqueda y
vivencia del bien parecía ser tarea de
todos. De ahí que, había una gran coherencia entre lo que se practicaba y
enseñaba en la casa. En cierto sentido, toda la sociedad asumía su papel de
educadora. Hoy, esto ya no es así: los padres parecen haber renunciado a su
deber de primeros y fundamentales
educadores y le reclaman a los maestros que desempeñen el papel que ellos no
supieron cumplir.
A los
educadores se les pide mucho y se les da muy poco. Se les pide que sean padres,
pedagogos, psicólogos, orientadores...pero al mismo tiempo se les saca leyes
que le impiden corregir al estudiante y este se empodera. De ahí que, cada vez
más, los educadores deben enfrentar desde el desinterés y la apatía de sus
alumnos, hasta la hostilidad descarnada y la violencia más atroz, en unas aulas
que se van convirtiendo en espacios ingobernables. Ante esta realidad, muchos
han tirado la toalla, tratan de reducir su papel al de meros instructores,
porque nuestros educandos son duros de aprender.
Como en
la película duro de matar, vivimos tiempos difíciles, es un nuevo reto para los
docentes, su aula su campo de batalla, sus estrategias para no caer rendido
ante sus estudiantes.
El valor de educar en un mundo diverso y desigual, nuestra educación debe
hacer un cambio y no solo ver los conocimientos sino también debe permitir al
estudiante reflexionar sobre la vida. Como dice: José de la Luz maestro cubano
del siglo XXI “Ha de ser toda inspiración, sacerdocio, carácter….”En las aulas
es donde el maestro demuestra el valor de ser maestro y esta labor es
acompañada de un respaldo personal.
LOS DOCENTES NO SE RINDEN JAMÁS