Cuanto de
nosotros muchas veces presumimos de ser tolerantes y hasta estamos convencidos
de lo que decimos. Sin embargo, en muchísimas situaciones reaccionamos con
intolerancia, sobre todo cuando se trata de las personas más cercanas a
nosotros.
La falta
de tolerancia parece ser cada vez más común en el mundo. Los acontecimientos
nos empujan en cada momento a la confrontación, a tener que elegir un bando, y
por lo tanto, más y más nos alejamos de
la tolerancia.
Nos
cuesta ponernos en los zapatos del otro. Cuando hablamos de tolerancia nos
referimos a respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás a pesar de
ser diferentes e incluso contrarias a las nuestras.
Pero la
tolerancia además es una habilidad que
poco entrenamos, de hecho más bien la vemos como una debilidad.
Queremos
que nos entiendan pero pocas veces estamos dispuestos a entender la situación y
el estado de ánimo de otra persona. Definitivamente esta falta de empatía y de
comunicación, cada día nos hace ser menos tolerantes.
Para ser
tolerante es necesario comprender que nadie es perfecto y que nuestra visión
del mundo no es la única y mucho menos tiene por qué ser la correcta.
Una
persona tolerante acepta a las personas tal y como son porque no espera, ni
exige e incluso respeta, que no todos compartan sus ideas.
Entonces:
" VALE LA PENA INTENTARLO TODOS LOS DIAS"
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