El docente es la persona que forma, ayudando a
sacar del interior de cada uno lo mejor que lleva dentro, como lo hizo Sócrates
en su momento. Esto no se puede hacer ni imponiendo, ni simplemente informando,
sino razonando, dialogando y deliberando, como lo hizo nuestro señor
Jesucristo.
Entonces de
que debemos convencernos, de que la
enseñanza, es una actividad fuertemente vocacional, o la posición de nuestros
colegas que ponen el énfasis en la idea
de la profesión.
En este
contexto, surge entonces la incertidumbre que lleva a preguntarnos: ¿Qué es más
importante vocación o profesión? Hoy la función mediadora del docente y la
intervención educativa, implica tener una actitud innovadora y positiva día
tras día, ya que lo único permanente es el cambio, convirtiendo los grandes
pilares de la educación en acciones concretas en las aulas, brindando a los
estudiantes espacios para pensar y ser críticos y creativos, en donde no
solamente importe saber más sino descubrir que podemos vivir mejor con menos
cosas, que interesa más cultivar a la persona, el “ser” que el “tener”,
concibiendo un estilo de vida más humano centrándolo en la calidad de las
relaciones y en la solidaridad más que en el individualismo competitivo que ha
prevalecido hasta este momento.
Hoy no puede
subsistir en el mundo de la enseñanza más que la persona con una vocación
a toda prueba. La vocación no es un propósito,
es algo que está dentro de nosotros mismos una fuerza irresistible.
La profesión es el resultado de una elección racional
y consciente de acuerdo a una necesidad social o tendencia.
Podemos decir; un trabajo bien hecho es obra de
alguien a quien le gusta lo que hace.
" EL AMOR ES UN DIVINO ARQUITECTO"
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