lunes, 29 de octubre de 2012

¿SE PUEDE CONOCER A LOS DEMÁS?

El ser humano, que vive tanto en un mundo exterior como en uno interior, es un instrumento de aquella creatividad cósmica.
Para una buena convivencia no basta con conocerse a uno mismo, hay que conocer a los demás. Hay que conocer sus gustos, sus preferencias personales. Para conocer hay que observar, hay que escuchar, hay que saber interpretar los datos.
La situación se asemeja a dos espejos frente a frente, el corazón y el mundo, en tanto que el reflejo original viene de otra fuente, la Fuente Divina. Pero la elección parece residir en uno de los espejos, el corazón humano.
Los seres humanos tenemos la capacidad de proyectar cualidades sobre las cosas. Un osito de peluche de fabricación masiva y bajo costo, se transforma en un objeto de amor al ser cualificado por el afecto del corazón de un niño. Las cosas pierden o ganan importancia para nosotros en la medida que son cualificadas con propiedades cuya fuente inmediata es el corazón humano.
Si el corazón asume las cualidades de todo lo que lo atrae, su atracción hacia la materia densa del mundo da por resultado un reflejo limitado de la Realidad Divina. En el peor de los casos, el involucramiento del corazón con los aspectos puramente físicos de la existencia dan por resultado las compulsiones familiares del ego: sexo, riqueza, y poder.
Tenemos que ser, sencillamente, nosotros mismos. Las personas más allegadas pueden comunicarnos de mil maneras que somos algo muy especial para ellas. Pero eso sólo habla de su actual disposición respecto a nosotros, y sólo debemos estar agradecidos por su compañía, pero no por su cumplido. En el mismo instante en que nos sintamos halagados perderemos nuestra libertad, porque en adelante no dejaremos de esforzarnos para que no cambien de opinión.
El ser humano casi siempre trata, consciente o inconscientemente, de sintonizar con las reacciones de los demás y marchar al ritmo de sus exigencias.
Amar a las personas es morir a la necesidad de las mismas, es consciencia, comprensión y sensibilidad, pero esta forma de vida sólo puede surgir de la espiritualidad.


Amar es penetrar en la otra persona y fundirse en ella. En ese acto uno conoce y se conoce a sí mismo, conoce a toda la humanidad -y a la vez no “conoce” nada. Si tenemos en cuenta que el amor únicamente brota de la espiritualidad, que es consciencia, conocimiento y obras adecuadas, podemos decir, con acierto, que el amor es la única forma que existe de conocimiento.



jueves, 25 de octubre de 2012

APORTES DE LA EDUCACION PARA LOGRAR UNA CULTURA DE PAZ

La educación es un instrumento valioso para la transformación humanizadora de la sociedad no es precisamente porque permite la adquisición de conocimientos disciplinares, sino sobre todo porque auspicia formas de relacionarse unos con otros desde la generosidad inequívoca, desde la emoción y desde los sentimientos más profundos del ser humano.

Por ello que la educación no sólo favorece el desarrollo integral de las personas sino que debe posibilitarles la búsqueda de alternativas a las problemáticas mundiales a través de la adquisición de los conocimientos pertinentes que aportan los saberes disciplinares; la construcción de valores compartidos y la creación de espacios relacionales que impulsen la acción social que su responsabilidad ciudadana les exige desde la resolución no violenta de los conflictos.

 Es por eso que la educación para la cultura de paz se define como el proceso global de la sociedad, a través del cual las personas y los grupos sociales aprenden a desarrollar conscientemente, la totalidad de sus capacidades, actitudes, aptitudes y conocimientos para conseguir cada una de las metas que conforman la Cultura de Paz.

La educación necesita de aprendizajes innovadores que se abran a la problemática del mundo y preparen a las generaciones jóvenes para enfrentarlos de manera creativa y constructiva.





domingo, 7 de octubre de 2012

VIVIR EN LA VERDAD O EN LA MENTIRA

Vivir en la verdad  es, la renuncia a sí mismo. Es echar  de nuestra vida la mentira. No sólo la mentira llamada «piadosa», se trata de esa gran mentira que es vivir engañándonos a nosotros mismos.
Vivir en la verdad es,  ser fiel a tus propias convicciones, a tus proyectos. Es sufrir por decir y hacer lo que consideramos verdadero aún cuando la inmensa mayoría vaya contracorriente. Decir una verdad en un ambiente donde se vive en la mentira es doloroso, pero intentar vivir en la verdad en un ambiente donde se vive mucho en la mentira es heroico.
La verdad no es una abstracción filosófica desarraigada de nuestra existencia cotidiana, es el camino que se va abriendo a fuerza de las pequeñas verdades que van tejiendo la Verdad en que deseamos vivir.
La verdad duele y vale sacrificio. La mentira es fácil y alivia el dolor del momento. Pero quien se sacrifica por la verdad siente una gran liberación por dentro y se sacude de un gran peso por fuera. Pero el que vive en la mentira luego del alivio momentáneo, carga con el peso de la doble cara hasta que reconoce con  vergüenza que mintió.
Probemos: mañana cuando salgamos de nuestra casa, o mejor, antes de salir de ella, hagamos el propósito de intentar ser transparentes, es decir: lo que pensamos, y hacer lo que decimos y pensamos, si consideramos que lo que pensamos, decimos y hacemos es bueno y verdadero.
Si mientras usted lee esta reflexión ha comenzado a pensar que hacer; en su trabajo, en su familia, en su escuela, o en la calle le resulta difícil, muy difícil, casi imposible, entonces usted podrá comenzar a considerar que vive en una sociedad en que para vivir hay que mentir.



"FRANCISCO DE ASÍS EJEMPLO DE RENUNCIA A SÍ MISMO"