Un concepto importante a la hora de analizar las relaciones
interpersonales que se producen en nuestras clases es el de “clima”. Se trata
de un concepto excesivamente amplio y borroso en el que se integran muchas
dimensiones: "El clima de una institución educativa resulta del tipo de
programa, de los procesos utilizados, de las condiciones ambientales que la
caracterizan como una institución y como un agrupamiento de alumnos, de los
departamentos, del personal, de los miembros de la dirección.
Cada institución posee un clima propio y distinto. El clima determina la
calidad de vida y la productividad de los profesores y de los alumnos. El clima
es un factor crítico para la salud y para la eficacia de una escuela. Para los
seres humanos, el clima puede convertirse en un factor de “desarrollo”.
Hemos
hablado que nuestra sociedad global es una sociedad del conocimiento y que se
halla estrechamente vinculada a los procesos productivos. El ser humano y sus
facultades cognitivas y creativas se ha convertido en la fuente primera del
bienestar de los pueblos. En ese sentido, en la moderna estructura social y en
los procesos económicos globales, la formación del ser humano es la piedra
angular del progreso de las naciones y la forma más clara de realización
personal. Sin embargo, en las sociedades del conocimiento, una nueva manera de
concebir a la pobreza es través de la marginación del saber.
La economía
global y las economías nacionales se hallan bajo la orientación del modelo de
libre mercado. Este proceso ha generado hondas transformaciones sociales,
económicas, tecnológicas y geopolíticas. Asimismo, individuos y naciones se
hallan expuestos a los vaivenes desenfrenados de las fuerzas del mercado. Las
sociedades, las comunidades y las personas se ven envueltas en una competencia
extralimitada por la supervivencia “del más apto”. La adaptación ante tal
realidad, supone un esfuerzo mayor de los pueblos e individuos, obliga a todos
a adoptar nuevas estrategias de defensa y de progreso. En la sociedad del
conocimiento, los pueblos más protegidos son aquellos que proporcionan a las
personas las herramientas necesarias para integrarse al sistema de economía
global y a sus exigencias de competitividad y eficiencia.
El mundo
laboral se ha vuelto más complejo por la creciente innovación tecnológica y la
ingente información que poseen los procesos productivos. Lamentablemente,
muchos hombres y mujeres corren el riesgo de quedar excluidos de esta dinámica
económica y social, donde el trabajo capacitado tiene un lugar primordial. El
ser humano discapacitado es negado a participar en los procesos del mundo y
beneficiase de él.