Lao-Tsé (que significa anciano maestro, erudito) es uno de los filósofos más relevantes de la civilización china, autor de Tao Te Ching obra esencial del taoísmo (siglo V AdC). Entre sus máximas hay una muy relevante “Una gran nación es como un gran hombre: cuando comete un error, se da cuenta. Al darse cuenta, lo admite. Habiéndolo admitido, lo corrige. Además, considera a quienes le señalan sus errores ó defectos como sus maestros más benevolentes”…
La disculpa efectiva es el pilar de las relaciones sanas. “Lo siento” debería ser un “ganar-ganar”, pero algunas veces no lo es. Cuando nos han tratado injustamente, se siente bien que el transgresor reconozca de alguna manera su papel en nuestra incomodidad, y cuando nos sentimos culpables, se siente bien reparar el daño.
Sin embargo, podemos decir que una disculpa es más que un camino de ida y vuelta, y que su efectividad depende no sólo de la sinceridad de la persona que se disculpa, sino también de las necesidades y expectativas de quien la recibe. Una disculpa que se percibe sincera puede llevar al perdón y a la reconciliación. Por otra parte, una disculpa que se percibe falsa puede llevar a la falta de confianza.
Además, reconocer a medias los errores es no reconocer, porque significa que en esencia las resistencias a disculparse prevalecen. Culpar a otros de los errores de uno tampoco. Pero eso no lo comprenden los políticos peruanos, por lo que no entienden la falta de confianza de la población en ellos.
¿Cuál es el resultado?
LOS PROBLEMAS SOCIALES
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