Pienso que es difícil lograr una verdadera
educación si no se reconoce la dimensión emocional de la persona, porque
aquello que la persona no puede reconocer en él mismo, no puede llegar a
reconocerlo en el otro.
La educación, por tanto,
debe ser capaz de reconocer la dimensión emocional de todo ser humano, educarla
y tenerla en cuenta en el complejo mundo
de interacciones que se producen en el aula, pero también debe entender que el rol educativo está
teñido de emociones diferentes y la tarea de educar se desarrolla en un
contexto emocional.
Los fundamentos de la educación
emocional y el desarrollo de la inteligencia emocional deben buscarse en las
grandes aportaciones de la pedagogía y la psicología., aunque hace ya 2200 años
Platón decía” La disposición emocional
del alumno determina su habilidad de aprender”.
Lo que está claro es que, a la hora de andar por la vida, resulta más
importante saber descifrar nuestro código emocional que despejar ecuaciones de
segundo grado o saber redactar correctamente.
Las empresas hoy lo saben bien y además de un currículum adecuado al puesto de trabajo se centran en una serie de características
psicológicas como son la empatía, la capacidad de trabajar en equipo, la
capacidad de resolver conflictos, la capacidad de entusiasmo, etc. Estas
cualidades o habilidades están presentes en las personas con inteligencia
emocional, pero la escuela no les presta
suficiente atención.
¿Qué podemos enseñar a nuestros alumnos, en el contexto de una educación
emocional?
A controlar sus emociones,con diferentes juegos terapeúticos.
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