martes, 17 de septiembre de 2013

LOS NIÑOS QUE SE SIENTEN SEGUROS SE ARRIESGAN Y APRENDEN



Junto con una base emocional sólida creada por un ambiente previsible y seguro, los padres deberían dar a sus hijos oportunidades para que ejerciten la curiosidad y exploren, y para que además intenten vencer los desafíos y aprendan. Desde el nacimiento, los niños pueden aprender gradualmente a tolerar y a vencer la frustración.

Los sentidos y el interés infantiles se despiertan cuando un bebé oye los sonidos de una sonaja brillante y colorida que está cerca de él. Así surgen sentimientos de curiosidad y de deseo, pero también de frustración. Si sus intentos por alcanzar la sonaja tienen éxito, aprenderá que puede actuar para satisfacer su curiosidad y su deseo. Pero lo que es más importante aún es que aprenderá a tolerar la frustración que acompaña el desear algo y no poder tenerlo, y se esforzará por conseguirlo.

Supongamos que ese mismo bebé ya tiene seis meses de edad; está sentado en el piso y ve un juguete que le parece interesante pero que está al otro lado de la habitación. Tendrá muchos deseos de tenerlo, pero simultáneamente nacerán en él la angustia y la frustración por no poder alcanzarlo. 

Sin embargo, como la valentía de tolerar tanto el deseo como la frustración que acompaña al deseo ya están arraigados en su corta historia de vida, el niño decidirá arriesgarse. Gateará hacia donde está el juguete. Seguirá sintiendo emoción y frustración a medida que se acerca. Cuando finalmente sea capaz de alcanzarlo y lo agarre, se sentirá feliz y satisfecho. Esta importante lección que el niño se enseña a sí mismo es tan importante como su propia felicidad. Una vez más, aprendió que puede “invertir” en sí mismo, tolerar la frustración y lograr las metas deseadas.







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